Algunos apuntes sobre la conferencia que impartió el profesor Eduardo López Azpitarte para lo Equipos de Nuestra Señora
La complejidad del amor humano:
La visión de los jóvenes
Prof. Eduardo López Azpitarte, S. I.
Prof. Emérito de la Facultad de Teología
Granada
Cuando hay problemas en el matrimonio es por no haber entendido la complejidad del amor humano.
Visto lo visto, la imagen del matrimonio con la perspectiva humana, cristiana y evangélica, está desdibujada.
La idea de los antiguos griegos del amor estaba plasmada en Eros, dios del amor. Eros tenía unos padres contradictorios: Ares (dios de la guerra, no se amedrenta, es impetuoso, se lanza a cualquier aventura, dispuesto a asumir riesgos, no lo para nadie para tomar nuevos retos, es impulsivo) y Afrodita (diosa de la espuma, sin consistencia, en el momento de nacer desaparece en las arenas de la playa, pero es hermosa y las personas que la miran se enamoran de ella).
Eros es la mitad del patrimonio de su madre y de su padre, poder, fuerza, lucha y suavidad, menesterosa, poca importancia.
El amor es una experiencia contradictoria. Por amor se realizan las grandes heroicidades y las mayores de las insensateces.
El amor nos llena de alegría estimulante y también causa amargura y soledad.
Amor es encuentro, generosidad y entrega. Pero también se aísla, es egoísta, pasivo, pierde las ganas. Vemos que el amor está gestado por fuerzas contradictorias. Así, amar es difícil por su complejidad.
Hay que distinguir entre amor y enamoramiento.
El enamoramiento es el prólogo de una etapa que puede llevar al amor, o se puede quedar en el simple enamoramiento. En esta etapa uno se queda prendido de la otra persona, porque se ve en ella multitud de cualidades que a mí me faltan y eso me ayuda, me apoya.
Todos hemos aprendido a amar a las personas por la utilidad que nos reportan.
Así empezamos a amar a nuestros padres. El niño necesita más una alimentación psicológica y afectiva, que una alimentación biológica. Amamos a nuestros padres porque no podemos vivir sin ellos. Tenemos que querer a las otras personas porque nos hacen sentir mejor, las necesitamos. Por eso, el enamoramiento surge cuando se descubre a alguien que considera que no hay en el mundo otra persona mejor que yo. No hay mejor alimentación que el hecho de sentirse querido y amado, pero esto solo es enamoramiento.
Gregorio Marañón dice que el enamoramiento es el estadio más idiota por el que pasa una persona o la humanidad.
Ortega y Gasset dice que enamorarse es una especie de imbecilidad transitoria. Esto es un fenómeno por el que nos deslumbramos ante una persona, a la que se magnifica, se endiosa y eso es engañoso.
Freud dice que enamorarse es padecer una psicosis normal.
Es posible enamorarse y llegar al amor. Pero, también es fácil que fracase, cuando las personas que se casan enamoradas no llegan a descubrir el amor. Es decir, cuando no superamos esa etapa prólogo, que es como ráfagas, globitos, espuma, que puede terminar desapareciendo.
El enamoramiento es una realidad muy frágil, es un amor embrionario, no ha crecido lo suficiente para que tenga una dosis de estabilidad y permanencia. El enamoramiento hay que convertirlo en amor.
Hoy los jóvenes buscan el matrimonio como una dimensión utilitaria, algo que distraiga, que dé una estabilidad para estar centrado. Si se busca en el otro lo que seduce, quita la soledad, llena, comparte unas alegrías.., se utiliza al otro.
El paso del enamoramiento al amor, consiste en el paso de ser una persona objeto de necesidad a una persona objeto de deseo. Esto requiere que yo respete la alteridad de la otra persona y descubra que es otra persona y no debo estar utilizándola para mis necesidades. Un amor es incapaz de responder a la plenitud de necesidades de nuestro psiquismo. Por mucho que yo quiera es imposible que no quede indiferencia y soledad. Yo tengo que experimentar un pequeño sentimiento de frustración, si yo quiero a la otra persona de verdad.
Hasta en la experiencia más profunda del amor, yo se que la otra persona es distinta y tiene sus necesidades, sus defectos y si yo la quiero, tengo que aceptar esa diferencia. Es imposible que el amor esté llenando una nostalgia infantil, de paraíso terrenal, desde el que ya hace tiempo que hemos sido expulsados. El amor no es un nido caliente, que me permite estar sin enfrentarme a los problemas de la vida.
Pitágoras decía: “Cuando estés casado de descansar, cásate”
El amor necesita purificación y eso se consigue con el dolor, el sufrimiento, el aguante. No es el matrimonio la solución a todos los problemas de la vida.
Los que más han amado son los místicos (personas que se sienten tan ungidos por Dios que son capaces de sentir su huella, hasta en lo más sencillo)
Francisco de Asís pedía que en todas las huertas de los frailes hubiese una pequeña zona sin cultivar para que pudiesen nacer las malas hierbas, ya que los que tienen los ojos puestos en Dios lo deben captar hasta en las cosas que no tienen importancia.
Cuando Dios quiere conceder a un creyente una experiencia de Él, a veces lo tiene años en la oscuridad, en las noches pasivas, para que cuando lo descubra no se quede en el gozo de experimentar la cercanía de Dios, sino que vea que Dios es lo único importante.
Luego, llegar a Dios implica previamente un desierto, un vacío, para llegar a descubrir lo único, lo más grande. Esto es parecido al paso del enamoramiento al amor.
Todo camino necesita una dosis de purificación. Hay que sacar todos aquellos momentos de desencanto y egoísmo para purificarlo y así llegar a ese momento de amor y cariño.
A veces, en la viudez es cuando se descubre el amor más profundo. Cuando muere el otro, queda la nostalgia y la esperanza para encontrar a la otra persona en otra dimensión.
Victor Hugo decía “Hace tiempo que la persona con la que he vivido abandonó mi casa para pasar a la tuya. Ella está medio viva y yo estoy medio muerto”.
Lo más anormal y patológico que existe es una persona completamente normal.
Hay fallos y límites, pero ahí brota la comprensión. No puedo amar a la otra persona de verdad si no soy capaz de amarme como soy, con nuestros déficits, nuestras sombras, nuestro vacío.
Si no puedo amarme como soy, estoy incapacitado para amar a los demás. Si me acepto y me amo con mis límites y deficiencias, seré capaz de amar a otra persona con sus límites y déficit. En el matrimonio, algunas veces lo que criticamos del conyugue es aquello que no acepto de mí mismo.
Refrán oriental: El enemigo es como un tesoro que tenemos sin saberlo, guárdalo con cariño que es el único que podrá descubrir las sombras de tu interior.
Ocurre que, no queremos a los demás porque no nos queremos a nosotros mismos, ya que nos queremos como quisiéramos ser y no como realmente somos.
El amor no es un paraíso terrenal, ya que no satisface toda el ansia de felicidad, pero da la suficiente serenidad para merecer la pena.
El amor no es un regalo que nos da la naturaleza, es un esfuerzo, es una tarea, es algo que uno tiene empeño es conseguir algún día, pero tiene su gasto, su contrapartida.
A través de una experiencia fenomenológica de lo que significa el amor, llegamos a la conclusión de que la totalidad y la plenitud no se pueden alcanzar. Pero en algún momento alguien podrá colmar esa dicha, ese amor será saciado por Dios.
Es decir, descubrimos que no es posible llenar totalmente toda nuestra plenitud con el matrimonio, pero sí con Dios.
La complejidad del amor humano:
La visión de los jóvenes
Prof. Eduardo López Azpitarte, S. I.
Prof. Emérito de la Facultad de Teología
Granada
Cuando hay problemas en el matrimonio es por no haber entendido la complejidad del amor humano.
Visto lo visto, la imagen del matrimonio con la perspectiva humana, cristiana y evangélica, está desdibujada.
La idea de los antiguos griegos del amor estaba plasmada en Eros, dios del amor. Eros tenía unos padres contradictorios: Ares (dios de la guerra, no se amedrenta, es impetuoso, se lanza a cualquier aventura, dispuesto a asumir riesgos, no lo para nadie para tomar nuevos retos, es impulsivo) y Afrodita (diosa de la espuma, sin consistencia, en el momento de nacer desaparece en las arenas de la playa, pero es hermosa y las personas que la miran se enamoran de ella).
Eros es la mitad del patrimonio de su madre y de su padre, poder, fuerza, lucha y suavidad, menesterosa, poca importancia.
El amor es una experiencia contradictoria. Por amor se realizan las grandes heroicidades y las mayores de las insensateces.
El amor nos llena de alegría estimulante y también causa amargura y soledad.
Amor es encuentro, generosidad y entrega. Pero también se aísla, es egoísta, pasivo, pierde las ganas. Vemos que el amor está gestado por fuerzas contradictorias. Así, amar es difícil por su complejidad.
Hay que distinguir entre amor y enamoramiento.
El enamoramiento es el prólogo de una etapa que puede llevar al amor, o se puede quedar en el simple enamoramiento. En esta etapa uno se queda prendido de la otra persona, porque se ve en ella multitud de cualidades que a mí me faltan y eso me ayuda, me apoya.
Todos hemos aprendido a amar a las personas por la utilidad que nos reportan.
Así empezamos a amar a nuestros padres. El niño necesita más una alimentación psicológica y afectiva, que una alimentación biológica. Amamos a nuestros padres porque no podemos vivir sin ellos. Tenemos que querer a las otras personas porque nos hacen sentir mejor, las necesitamos. Por eso, el enamoramiento surge cuando se descubre a alguien que considera que no hay en el mundo otra persona mejor que yo. No hay mejor alimentación que el hecho de sentirse querido y amado, pero esto solo es enamoramiento.
Gregorio Marañón dice que el enamoramiento es el estadio más idiota por el que pasa una persona o la humanidad.
Ortega y Gasset dice que enamorarse es una especie de imbecilidad transitoria. Esto es un fenómeno por el que nos deslumbramos ante una persona, a la que se magnifica, se endiosa y eso es engañoso.
Freud dice que enamorarse es padecer una psicosis normal.
Es posible enamorarse y llegar al amor. Pero, también es fácil que fracase, cuando las personas que se casan enamoradas no llegan a descubrir el amor. Es decir, cuando no superamos esa etapa prólogo, que es como ráfagas, globitos, espuma, que puede terminar desapareciendo.
El enamoramiento es una realidad muy frágil, es un amor embrionario, no ha crecido lo suficiente para que tenga una dosis de estabilidad y permanencia. El enamoramiento hay que convertirlo en amor.
Hoy los jóvenes buscan el matrimonio como una dimensión utilitaria, algo que distraiga, que dé una estabilidad para estar centrado. Si se busca en el otro lo que seduce, quita la soledad, llena, comparte unas alegrías.., se utiliza al otro.
El paso del enamoramiento al amor, consiste en el paso de ser una persona objeto de necesidad a una persona objeto de deseo. Esto requiere que yo respete la alteridad de la otra persona y descubra que es otra persona y no debo estar utilizándola para mis necesidades. Un amor es incapaz de responder a la plenitud de necesidades de nuestro psiquismo. Por mucho que yo quiera es imposible que no quede indiferencia y soledad. Yo tengo que experimentar un pequeño sentimiento de frustración, si yo quiero a la otra persona de verdad.
Hasta en la experiencia más profunda del amor, yo se que la otra persona es distinta y tiene sus necesidades, sus defectos y si yo la quiero, tengo que aceptar esa diferencia. Es imposible que el amor esté llenando una nostalgia infantil, de paraíso terrenal, desde el que ya hace tiempo que hemos sido expulsados. El amor no es un nido caliente, que me permite estar sin enfrentarme a los problemas de la vida.
Pitágoras decía: “Cuando estés casado de descansar, cásate”
El amor necesita purificación y eso se consigue con el dolor, el sufrimiento, el aguante. No es el matrimonio la solución a todos los problemas de la vida.
Los que más han amado son los místicos (personas que se sienten tan ungidos por Dios que son capaces de sentir su huella, hasta en lo más sencillo)
Francisco de Asís pedía que en todas las huertas de los frailes hubiese una pequeña zona sin cultivar para que pudiesen nacer las malas hierbas, ya que los que tienen los ojos puestos en Dios lo deben captar hasta en las cosas que no tienen importancia.
Cuando Dios quiere conceder a un creyente una experiencia de Él, a veces lo tiene años en la oscuridad, en las noches pasivas, para que cuando lo descubra no se quede en el gozo de experimentar la cercanía de Dios, sino que vea que Dios es lo único importante.
Luego, llegar a Dios implica previamente un desierto, un vacío, para llegar a descubrir lo único, lo más grande. Esto es parecido al paso del enamoramiento al amor.
Todo camino necesita una dosis de purificación. Hay que sacar todos aquellos momentos de desencanto y egoísmo para purificarlo y así llegar a ese momento de amor y cariño.
A veces, en la viudez es cuando se descubre el amor más profundo. Cuando muere el otro, queda la nostalgia y la esperanza para encontrar a la otra persona en otra dimensión.
Victor Hugo decía “Hace tiempo que la persona con la que he vivido abandonó mi casa para pasar a la tuya. Ella está medio viva y yo estoy medio muerto”.
Lo más anormal y patológico que existe es una persona completamente normal.
Hay fallos y límites, pero ahí brota la comprensión. No puedo amar a la otra persona de verdad si no soy capaz de amarme como soy, con nuestros déficits, nuestras sombras, nuestro vacío.
Si no puedo amarme como soy, estoy incapacitado para amar a los demás. Si me acepto y me amo con mis límites y deficiencias, seré capaz de amar a otra persona con sus límites y déficit. En el matrimonio, algunas veces lo que criticamos del conyugue es aquello que no acepto de mí mismo.
Refrán oriental: El enemigo es como un tesoro que tenemos sin saberlo, guárdalo con cariño que es el único que podrá descubrir las sombras de tu interior.
Ocurre que, no queremos a los demás porque no nos queremos a nosotros mismos, ya que nos queremos como quisiéramos ser y no como realmente somos.
El amor no es un paraíso terrenal, ya que no satisface toda el ansia de felicidad, pero da la suficiente serenidad para merecer la pena.
El amor no es un regalo que nos da la naturaleza, es un esfuerzo, es una tarea, es algo que uno tiene empeño es conseguir algún día, pero tiene su gasto, su contrapartida.
A través de una experiencia fenomenológica de lo que significa el amor, llegamos a la conclusión de que la totalidad y la plenitud no se pueden alcanzar. Pero en algún momento alguien podrá colmar esa dicha, ese amor será saciado por Dios.
Es decir, descubrimos que no es posible llenar totalmente toda nuestra plenitud con el matrimonio, pero sí con Dios.
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