El Cabo de Lana por Henri Caffarel traducción de Julio y Eugenia Moreno-Dávila/Gutiérrez
1 comentario:
Anónimo
dijo...
En la cultura hebreo cristiana se ha dicho siempre que Dios es la Verdad. Y Jesús lo confirmó: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida...". Y es la Verdad con mayúscula, en el sentido literal del término semítico "emunah" (verdad):"lo que permite construir encima,"lo que aguanta","lo que es de fiar". Dios es la Verdad porque es el único ser fiable, que no falla; en el que se encuentran los pilares o fundamentos de nuestra existencia. Es creador, salvador y providente del ser humano. Respeta tanto nuestra "dignidad" que se presenta como el Padre misericordioso del hijo pródigo, o como el Buen Samaritano. En contraposición, el ser humano haciendo alarde de su distinguida soberbia, se monta en cólera contra Dios. Ya lo hizo en el Paraíso y lo sigue haciendo en nuestros tiempos de laicismo. Se separa de Él, le desafía incumpliendo su Ley natural (constante histórica desde el pecado original). En el Paraíso sintió vergüenza de haberse apartado de Él, pero hoy algunos ni la tienen porque de una forma "desvergonzada" se le niega (ateísmo) o se prescinde de Él porque es un "ser indiferente". El pensamiento moderno se construye desde el anuncio de que "Dios ha muerto" y como consecuencia "todo está permitido". Y aparece un hombre diferente: ateo, insolidario, egoísta y sin esperanza; que ha renunciado a buscar un "sentido a la vida" porque ésta es "eterno retorno": todo seguirá siendo como lo era ayer y hoy, por ello lo mejor es vivir a tope el presente porque no hay esperanza en un futuro mejor. Y el peligro de todo ello es que ejercitar la libertad no para dignificarse, respetando los derechos de la persona, sino para hacerse un ser miserable. Y a pesar de todo Dios es fiel al ser humano y no falla, espera nuestras oraciones y nuestra amistad. Sirva este comentario al texto del P. Cafarel como agradecimiento a sus traductores Julio Y Eugenia, y como invitación a que los miembros de los ENS oremos dando gracias a Dios por la vida y obra del P. Henri Cafarel y le pidamos la gracia de su cononización.
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En la cultura hebreo cristiana se ha dicho siempre que Dios es la Verdad. Y Jesús lo confirmó: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida...". Y es la Verdad con mayúscula, en el sentido literal del término semítico "emunah" (verdad):"lo que permite construir encima,"lo que aguanta","lo que es de fiar".
Dios es la Verdad porque es el único ser fiable, que no falla; en el que se encuentran los pilares o fundamentos de nuestra existencia. Es creador, salvador y providente del ser humano. Respeta tanto nuestra "dignidad" que se presenta como el Padre misericordioso del hijo pródigo, o como el Buen Samaritano.
En contraposición, el ser humano haciendo alarde de su distinguida soberbia, se monta en cólera contra Dios. Ya lo hizo en el Paraíso y lo sigue haciendo en nuestros tiempos de laicismo. Se separa de Él, le desafía incumpliendo su Ley natural (constante histórica desde el pecado original). En el Paraíso sintió vergüenza de haberse apartado de Él, pero hoy algunos ni la tienen porque de una forma "desvergonzada" se le niega (ateísmo) o se prescinde de Él porque es un "ser indiferente".
El pensamiento moderno se construye desde el anuncio de que "Dios ha muerto" y como consecuencia "todo está permitido". Y aparece un hombre diferente: ateo, insolidario, egoísta y sin esperanza; que ha renunciado a buscar un "sentido a la vida" porque ésta es "eterno retorno": todo seguirá siendo como lo era ayer y hoy, por ello lo mejor es vivir a tope el presente porque no hay esperanza en un futuro mejor.
Y el peligro de todo ello es que ejercitar la libertad no para dignificarse, respetando los derechos de la persona, sino para hacerse un ser miserable.
Y a pesar de todo Dios es fiel al ser humano y no falla, espera nuestras oraciones y nuestra amistad.
Sirva este comentario al texto del P. Cafarel como agradecimiento a sus traductores Julio Y Eugenia, y como invitación a que los miembros de los ENS oremos dando gracias a Dios por la vida y obra del P. Henri Cafarel y le pidamos la gracia de su cononización.
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