El Libro más Sabio
por Henri Caffarel fundador de los ENS
Encuentro que no lleva Vd. razón, al pretender leer durante la oración. Más que alimentar sus rezos, alimenta Vd. su gusto (por no decir glotonería) por las ideas. Deje Vd. pues de lado todos los libros, o más bien conténtese Vd. del “libro más sabio”, como lo designaba el santo cura de Ars un día en el que lo elogiaba.
La cruz, decía, es el libro más sabio que se puede leer. Los que no lo conocen son unos ignorantes, aunque conozcan todos los demás libros. No hay más sabios que los que lo aman, lo consultan y lo estudian. Por muy amargo que sea, nunca se está tan contento como cuando uno se sumerge en sus amarguras. Cuanto más se adopta como libro de texto, más se aprecia el tenerlo. El tiempo transcurre sin aburrimiento. Con él aprendemos todo lo que es necesario saber y nunca se toca fondo en su sabiduría.
Me imagino lo que va Vd. a responderme: “No conozco la lengua de ese libro”. Pues de Vd. depende el aprenderla, un cristiano no puede ignorarla, porque es el lenguaje de Dios. Mire Vd. en la iconografía cristiana, en estampas, grabados, ilustraciones, cuadros, todos nos representan al pie de la cruz o con un crucifijo en las manos a los hombres de oración, a todos los santos; todos ocupados en descifrar el mensaje de la cruz: ¿no es evidente entonces que ningún libro puede distraerlos de la meditación de la cruz, de esa “carta de amor”?
La cruz, decía, es el libro más sabio que se puede leer. Los que no lo conocen son unos ignorantes, aunque conozcan todos los demás libros. No hay más sabios que los que lo aman, lo consultan y lo estudian. Por muy amargo que sea, nunca se está tan contento como cuando uno se sumerge en sus amarguras. Cuanto más se adopta como libro de texto, más se aprecia el tenerlo. El tiempo transcurre sin aburrimiento. Con él aprendemos todo lo que es necesario saber y nunca se toca fondo en su sabiduría.
Me imagino lo que va Vd. a responderme: “No conozco la lengua de ese libro”. Pues de Vd. depende el aprenderla, un cristiano no puede ignorarla, porque es el lenguaje de Dios. Mire Vd. en la iconografía cristiana, en estampas, grabados, ilustraciones, cuadros, todos nos representan al pie de la cruz o con un crucifijo en las manos a los hombres de oración, a todos los santos; todos ocupados en descifrar el mensaje de la cruz: ¿no es evidente entonces que ningún libro puede distraerlos de la meditación de la cruz, de esa “carta de amor”?
Henri Caffarel, Présence à Dieu (página 91, lettre 39)
Traducción de Julio y Eugenia Moreno-Dávila/Gutiérrez, Granada 12-Abril-MMIX
Traducción de Julio y Eugenia Moreno-Dávila/Gutiérrez, Granada 12-Abril-MMIX
No hay comentarios:
Publicar un comentario