sábado, 12 de enero de 2013


P. A. MATÍAS GARCÍA GÓMEZ, S. I.

(Montilla, 23.01.1929 - Córdoba, 03.01.2013)

Era el 27 de diciembre de 1972. Matías, Rector entonces de la Facultad de Teología, preside el funeral de Rafael López Olea, que había muerto en accidente de coche cuando no había concluido su primer cuatrimestre como profesor de Antiguo Testamento. El Rector de la Facultad, ya en su cuarto año de mandato reconocía: “¡Los caminos de Dios! Y yo, que tenía planificado el claustro de la Facultad hasta el año 2000…”.
La víspera de su muerte, cuando los médicos no eran capaces de rebajar las 145 pulsaciones que Matías tenía desde hacía varios días (solo habían conseguido bajarla a 130), comentaba: “En cuanto me ponga bien tengo que investigar por qué no logran bajarme la tensión”.
Son dos anécdotas reveladoras de cómo era Matías. Trabajador incansable, planificador y curioso, inconformista, y al mismo tiempo siempre dispuesto a dejarse sorprender por Dios. Su hermana Carmeli nos lo recordó emocionada en las palabras que pronunció en la misa de corpore insepulto en San Hipólito: lo más hondo de Matías fue siempre su búsqueda incansable de Dios. ¡Y ella lo conocía bien! Mejor que la mayoría de las personas, que percibíamos más los otros rasgos enumerados.
Es difícil sintetizar la personalidad de Matías. Quizás nos daría una clave para comprenderlo lo que serían como las tres coordenadas que enmarcaron su vida, y que se entienden mejor si se tiene en cuenta que acabó su larga formación jesuita en los comienzos de los años 1960, tras sus estudios de teología en Innsbruck y Tübingen a la sombra de las grandes figuras de entonces, entre ellas la de Karl Rahner. Estas tres coordenadas le definen como hombre de Iglesia, como jesuita y como hombre de hoy; pero no de forma abstracta y atemporal, sino en un escenario social y eclesial muy concreto y en ebullición.

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