Como tantos de vosotros, me siento contento y feliz por la elección del Papa Francisco. Cada día van siendo nuevos los signos, las palabras, los gestos… que descubrimos en y sobre su persona. Pero ha sido en el día de hoy, cuando ha sido “presentado oficialmente” a todo el mundo, cuando más me ha impresionado su sencillez, claridad y contundencia de vida.
Acepta
que su responsabilidad como sucesor de Pedro conlleva una autoridad, un poder,
pero de momento ha explicado que el verdadero poder está “en el servicio que
tiene su culmen luminoso en la cruz”. Esta frescura de pensamiento va
acompañada de la vivencia del Evangelio. Su poder está “en acoger con afecto y
ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles,
los más pequeños”, y ¿no fue eso acaso lo que Jesús vivió en este mundo?, pues
hemos de ir clasificándonos a nosotros mismos.
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