martes, 22 de enero de 2013


         Carta al padre franciscano 

     José Antonio Matías Villahoz


                Querido padre Matías:
             En una de las últimas reuniones de Equipo nos decías: “llevamos más de nueve años juntos y parece que fue ayer”. Era el 17 de julio del 2003, cuando desgraciadamente nuestro consiliario el Padre Félix, franciscano, fue llamado por Dios Padre. Nos enteramos de la llegada de un nuevo padre franciscano, el padre Matías; nos pusimos en contacto contigo y desde el primer momento en que nos conocimos llegaste a nuestros corazones y a nuestras vidas, te hiciste nuestro consiliario y nuestro amigo. Desde la primera reunión ansiábamos la llegada de las siguientes para enriquecernos en la fe y en el amor a Dios y a los demás, con tus consejos, tus reflexiones, tus palabras y tu cercanía.
                El tema de estudio de ese curso 2003/04, fue  “Las Bienaventuranzas, novedad de ser, vivir y pensar”. Las actitudes que, desde las Bienaventuranzas y desde el Evangelio, (que conocías y citabas de memoria), nos transmitiste en ese y posteriores cursos, han sido tus actitudes, tus valores, tus virtudes y tus dones, porque eras un hombre de Dios, Dios estaba en ti, y reflejaban tu forma de vivir.
                Tu actitud de ser persona, imagen y semejanza de Dios, antes que tener. Porque para ti lo material era un medio que había que compartir con los demás, junto con los dones que el Señor nos ha regalado.
                Tu actitud de estar siempre en disposición de servicio a los demás. A pesar de tus múltiples quehaceres, no seguías tu consigna de que, a veces, “por amor y con amor” había que saber decir “no”. Siempre encontrabas tiempo para ayudar a todos, reflejando en tu persona la bondad de Dios.
                Tu actitud de asumir la realidad, la voluntad de Dios, tomando de buena manera y con naturalidad,  la enfermedad, el dolor y el sufrimiento. Siempre que te preguntábamos ¿Matías, como estás, como te encuentras?, respondías, con una sonrisa: bien,” Dios es grande, bendito sea Dios”.
Tu actitud de misericordia, de comprensión, de compasión (compartir con el otro), de no juzgar, mostrándote  siempre indulgente con los demás.
                Tu actitud de limpieza de corazón, de sencillez de vida, de ver lo bueno de los demás, lo positivo. Cuando en las reuniones hablábamos de los puntos concretos de esfuerzo y de las dificultades que, a veces, encontrábamos para hacer el diálogo conyugal (sentada) porque podía terminar en reproches mutuos, nos decías: “”cuchi” nunca saquéis a relucir “el baúl de los recuerdos”, siempre, y por amor, tenéis que ver en vuestro/a “sinforiano/a” lo bueno y, desde lo positivo, ayudarle para superar la negatividad que pudiera tener””.
Tu actitud de vida apoyada en los valores evangélicos, es decir, tu santidad. Ante tus ojos, todas las personas éramos iguales, como todos somos iguales ante los ojos de Dios, puesto que todos somos hijos suyos.
                Matías, además de haber sido un extraordinario consiliario y un excelente amigo, has sido y sigues siendo una inyección de alegría, de consuelo, de esperanza, de amor y de fe. Tu fe alentaba y alienta la nuestra.
 En las reuniones, cuando hacíamos oración, siempre decías:”por los que están aunque no estén”. Matías, aunque no estés, porque Dios Padre ha decidido llamarte a su Reino, junto a Él, estás y siempre estarás presente en nuestras oraciones y en nuestros corazones.
 Damos gracias a Dios por todas las vivencias que hemos tenido la dicha de compartir contigo.
 Descansa en paz.

                                                                                                                Equipo 21-B  Granada
               
               

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace ya que se fue con El y por chipiona aun se le echa de menos. Bonitas lineas y el que conociera a Fr. J.A.M sabe que lo dicho, plasma como era el. Mis recuerdos haya donde estes. Miguel